A veces es difícil
hablar del cambio. El desarrollo. Muchos dicen que las personas no cambian, que
con el tiempo se van mostrando cómo realmente son. Otros consideran que sí, una
persona puede cambiar.
Nuestro grupo estaba con estos
últimos. El ser se basa en las experiencias vividas, de los verbos
condicionales, del “¿y si…?"… La línea de la vida –más un línea
con forma de montaña rusa que de forma completamente horizontal- está formada
por tránsitos, transferencias y transformaciones. Sin todo esto nos
encontraríamos con el latido del corazón cuando marca 0; sin latido, sin vida.
Sin transferencia no haría cavidad a un tránsito y sin este a una
transformación. Estamos continuamente en cambio, desde el milímetro de uña
nueva hasta nuestra forma de pensar respecto a una ideología. A veces, y de
forma mayoritaria, obviamos el cambio, pero ¿cuál es el momento exacto en el
que se produce un cambio? Estuvimos debatiendo un buen rato sobre esto y
llegamos a una conclusión: no hay momento exacto.
Esta cuestión, siendo una pregunta filosófica, es difícil de responder.
A nivel legal diríamos que a partir de los 18 años se considera a una persona adulta. Pero ¿por qué esa edad? ¿Por qué no a los 21 años como sucede en EEUU?
A nivel físico podemos establecer una altura que delimite adultos con niños. Pero, ¿la altura determina adultez?
A nivel intelectual se considerará una persona adulta a quien tenga un coeficiente intelectual alto. Pero, ¿la inteligencia determina adultez?
Depende de qué contexto utilicemos podemos considerar a una persona adulta o no. La cosa es encontrar aquello que determina a las personas adultas. No acabamos con una respuesta final puesto que no la tiene. Nos dimos cuenta de que llegamos a una reflexión sobre el paso del tiempo y sobre todo, el cambio y el desarrollo.
GRUPO:
Sandra Parrilla A2
Noelia Lope A2
Alejandro García A2
Marisol González A2
Cristina Aguirre A1
Laura del Pino A1
Marina Grasso Caubet A2
Hola a todas, hola Alejandro,
ResponderEliminarEstoy con vosotros y vosotras en que es difícil hablar del cambio. Imagináos lo difícil que es estudiarlo, al menos si queremos estudiarlo entendiéndolo como proceso. Durante mucho tiempo se ha estado estudiando el cambio, el desarrollo, a través de la comparación de distintos momentos (como si comparáramos diferentes fotografías separadas por intervalos de tiempo y quisiéramos explicar cómo se ha producido el cambio que notamos en ellas). Estudiar el proceso de cambio implica atender a la constante variabilidad natural (como cuando mencionáis el milímetro de uña nueva) y para eso tomar muchas medidas es muy útil para notar que el desarrollo, normalmente, no es algo gradual y sencillo, sino todo lo contrario. ¿Recordáis los gráficos de Granott que vimos en clase y que utilizamos para hablar del proceso de aprender a montar en bici? – conecta con esa ´montaña rusa´ de la que habláis.
Muy buenas preguntas las que os planteáis cuando dais posibles respuestas a la llegada de la adultez.
En general buenas ideas en vuestro post. Intuyo que podríais haber ido mucho más allá.
*Pequeño apunte lingüístico: “habría cabida” en lugar de “haría cavidad”.
Un saludo.
Gloria.